Los Vélaz en Argentina. Su contribución al desarrollo productivo y comercial (I/II)
Fabio Javier ECHARRI
Fabio Javier ECHARRI
Cuando ocurrió la Revolución del 25 de Mayo de 1810, que desembocaría
en la Declaración de la Independencia argentina del 9 de Julio de 1816,
el territorio que ocupaban las Provincias Unidas del Río de la Plata
apenas se aproximaba a un cuarto de la superficie actual del país. Una
enorme extensión de tierras fértiles de la llanura Pampeana en el
centro, la Patagonia al Sur, y los territorios del Chaco hasta la República del Paraguay, permanecían en poder del indígena.1
Los sucesivos gobiernos consideraron imprescindible la anexión y
control de estas tierras para consolidar el dominio territorial en la
América austral, y expandir las fronteras productivas.
Es así que, a principios de la década de 1830, comenzaron las
campañas de conquista hacia el Sur. En 1833 se avanzó en forma
simultánea y planificada desde las provincias de Buenos Aires, San Luis y
Mendoza hasta el río Colorado, se establecieron fortines de protección,
y se incorporaron grandes extensiones de tierras fértiles a la economía
del país.
Sin embargo, los problemas externos e internos, como las guerras
civiles entre Unitarios y Federales, demoraron los planes de ocupación
definitiva más allá del río mencionado.
Fue después de la Guerra de la Triple Alianza —Argentina, Brasil y
Uruguay contra Paraguay, entre 1864 y 1870—, cuando se produciría la
denominada Campaña al Desierto comandada por el General Julio Argentino
Roca, que terminó por conquistar y anexar la Patagonia. Ésta se inició
en 1878 y se extendió por un lapso de 10 años, hasta tener controlada y pacificada la zona Sur de la república.2
Simultáneamente se realizaban incursiones a la región del Chaco, que
comprendía las actuales provincias de Chaco, Formosa, Norte de Santa Fe,
y Este de Santiago del Estero. El tiempo que demandó el control
absoluto de este espacio geográfico se extendió entre 1870 y 1912,
cuando se llevó la línea de fortines a los límites con Paraguay.
Este proceso conquistador fue acompañado de medidas estatales para
favorecer el crecimiento económico del país, que seguía un modelo
agro-exportador: se crearon colonias agrícolas y pastoriles, se
concesionaron tierras a particulares y empresas, se promovió la
explotación de recursos naturales, se construyeron vías férreas que
llevarían la producción al puerto de Buenos Aires, y se sancionó la Ley
Nº 876 de ‘Inmigración y colonización’ para favorecer el arribo de
inmigrantes de todas partes del mundo.
Mapas 1 y 2: El territorio de Argentina entre 1852 y 1861, y entre 1862 y 1875. En: Maeder, Ernesto J.A. y Gutiérrez Ramón. Atlas Histórico del Nordeste Argentino. Resistencia, Instituto de Investigaciones Geohistóricas, Conicet, Fundanord, Universidad Nacional del Nordeste, 1995. Pág. 79.
En este trabajo presentamos la historia del navarro Ángel León Vélaz,
y su hijo Ángel, nacido en estas tierras, pero educado luego en Saint Jean Pied de Port,
Baja Navarra, Francia, que entendemos contribuyeron con su trabajo y
espíritu emprendedor al desarrollo económico argentino, a través de su
actividad productiva, comercial y mercantil en distintas provincias y
territorios del país.
Utilizamos bibliografía general y específica, pero también fuentes
documentales y periódicas consultadas en el Archivo Histórico de la
Provincia de Buenos Aires, Archivo General de la Provincia del Chaco,
Archivo Histórico Provincial de Chubut, y Archivo General de la
Provincia de Mendoza.
Fueron muchos los vascos y navarros que
vinieron a la Argentina. Algunos llamados por familiares; otros lo
hicieron por su cuenta. La inmensa mayoría vino a trabajar y labrarse un
futuro mejor, y no fueron pocos los que triunfaron y fueron parte de la
vida social, económica y política del país. La familia Vélaz es un
cabal ejemplo de ello.
Los primeros Vélaz
Ángel León Vélaz nació en 1838, en el pequeño caserío de Celigüeta,
perteneciente al municipio de Ibargoiti, que se sitúa a 22 kilómetros al
Este de Pamplona, en la comarca de Aoiz, Comunidad Foral de Navarra.
Fue hijo del matrimonio compuesto por Joaquín Vélaz y Graciana Elia, y
se casó con Mariana Eyherart —1841/1916—, natural de Saint Jean Pied du
Port, Baja Navarra.
El matrimonio llegó a la Argentina a fines de la década de 1860, y se
establecieron en el pueblo de Pilar, en el Norte de la provincia de
Buenos Aires.
Ángel comenzó trabajando en la Escribanía Patiño, pero al poco tiempo
adquirió un campo de 1.000 hectáreas en Exaltación de la Cruz, unos 80
kilómetros al Noroeste de la ciudad de Buenos Aires, instalando allí una
pulpería de campaña a la que llamó ‘La esquina de Velaz’. No podemos
dilucidar si compró estas tierras con dinero que trajo consigo desde
Navarra, si ahorró lo suficiente trabajando en la escribanía, o
consiguió que le facilitaran un préstamo para efectuar la compra. Esto
último nos parece más verosímil, pues al estado nacional y al gobierno
de la provincia de Buenos Aires les interesaba el poblamiento de los
espacios improductivos.
Las pulperías eran comunes en esa época en la campaña bonaerense, y
en ellas se reunían los moradores de las zonas cercanas y los viajeros
que pasaban por el lugar en carretas o a caballo. Con la llegada del
ferrocarril la región se fue poblando poco a poco de inmigrantes y
criollos, y el crecimiento fue sostenido.
En ese lugar nacieron los 4 hijos del navarro Ángel León y su esposa
Mariana: Santiago, Prudencia, Ángel y María Encarnación Mercedes.
Ángel León Vélaz murió joven, en 1879. Un año más tarde, su esposa,
ante la imposibilidad de hacerse cargo sola y por sí misma de la familia
y del trabajo, arrendó la pulpería y el campo a su paisano Prudencio
Suescun, y volvió con sus cuatro hijos a su casa materna en Saint Jean de Pie de Port. Allí los niños aprenderían a hablar euskera y francés.3
Mariana Eyherart tardó 7 años en volver a la Argentina e instalarse
en la ciudad de Buenos Aires. Aquí, el mayor de los hermanos, Santiago,
comenzó trabajando en el comercio de exportación de cueros ‘Goyenechea,
Bilbao y Cía.’, y fundó tiempo después ‘Vélaz, Unanue y Cía.’ Prudencia
se estableció en el campo de Exaltación de la Cruz —‘La Mariana’—, y se
casó con el logroñés Feliciano Montes Jiménez, propietario de la tienda
‘El Progreso’ en Buenos Aires. María Encarnación contrajo matrimonio con
Eduardo Goyenechea, propietario del comercio mencionado. Por su parte,
el tercero de los hijos del matrimonio navarro Vélaz-Eyherart nacido en
1872, Ángel, fue un empresario visionario, dedicado al comercio y la
producción en distintas provincias y territorios argentinos, como Buenos
Aires, Mendoza, Patagonia y Chaco.
Ángel Vélaz en la Región Pampeana
Como dijimos, la familia Vélaz regresó a Argentina en 1886, y se instalaron en la ciudad de Buenos Aires.
Los cambios producidos en el país en las últimas dos décadas habían
sido notables en distintos sentidos. El censo de 1869 había arrojado una
cifra de 1.800.000 habitantes, y el 1895 daría un total de poco más de
4.000.000, lo que quiere decir que el aumento poblacional fue de más del
doble en 26 años. De esa cantidad, más de un millón eran extranjeros.
Pero también, entre 1880 y 1914, el crecimiento económico del país
siguió un ritmo acelerado, y continuó luego de la Iº Guerra Mundial. La
motorización de ello fue la producción agrícola-ganadera y la industria
derivada de la misma.
Esto fue acompañado de incrementos de la producción para consumo
local y exportación, mejoramiento en el sistema de transporte, e
instalación de una importante red de ferrocarriles en todo el país que
permitían llevar la producción hacia el puerto de Buenos Aires.
Hacia 1890 se produjo una gran expansión de la agricultura en la
región pampeana con la incorporación de nuevas tierras, que en diez años
aumentaron en 30.000.000 de hectáreas la zona productiva, totalizando
casi 80.000.000 de hectáreas.
El ganado ovino fue poco a poco desplazado hacia el sur —Patagonia—,
se mejoraron las razas para destinarlas a la producción de carne y
abastecer a los frigoríficos, y creció la producción cerealera. Esta
última acrecentó las exportaciones de trigo, que en 1890 fueron de unas 300.000 toneladas y en 1900 de 1.900.000.4
En la ciudad de Buenos Aires, Ángel Vélaz, siendo aun adolescente,
comenzó trabajando en el comercio ‘Goyenechea, Bilbao y Cía’, un almacén
de Ramos Generales, donde aprendió sobre el movimiento comercial, fue
ascendido a gerente en poco tiempo, y ahorró lo suficiente como para
poner su propio negocio. Fundó la casa consignataria ‘Ángel Vélaz y Cía.
Ltda.’ en 1896, junto con amigos otros vascos y navarros: Feliciano
Montes, Cayetano Suescun y su hermano Santiago, y trabajó también junto a
Cruz Sein, Leandro Balerdi y Pedro Tellechea.
La firma fue creciendo en forma rápida, acompañando el crecimiento
económico argentino, que se sustentaba en la producción primaria y
nutría los mercados de Europa.
Diez años después de su fundación, la empresa explotaba importantes,
extensas y productivas tierras en la provincia de Buenos Aires,
dedicadas tanto a la agricultura como ganadería. Las mismas eran: 30.000
hectáreas en Juárez propiedad de Guillermo Udaondo, 20.000 hectáreas en
Caleufú pertenecientes a las ‘Estancias y Colonias Trenel’, y 4.000 hectáreas propias en San Mauricio.5
Algunos datos nos permiten deducir el notable progreso que tuvo la
empresa en los primeros años de trabajo. Bástenos decir que en la
campaña 1896/97 vendió casi 1.600.000 kilos de lana, y en la de 1914/15
un total de 8.750.000. éste último año coincidió con el inicio de la Iº
Guerra Mundial y la necesidad de este producto por parte de los países
beligerantes.
Otro ejemplo a tener en cuenta es la venta de ganado vacuno: de 349
cabezas vendidas el primer año de trabajo, pasó a 35.403 en 1915. Para
esta época, y para surtir la demanda comercial, ya había extendido su
negocio al litoral argentino y la Patagonia, y había agregado lino,
cueros, maíz, trigo, avena, cebada, sebo, y otros productos.
Ángel Vélaz fue un visionario. La existencia de capitales baratos en
Europa en contraposición a Argentina, lo llevó a fundar en Francia una
institución de crédito: ‘Societé des Prets Hypothecaires en Argentine’,
encargándose él aquí de la representación.
En ‘Los baskos en la Nación Argentina’, puede leerse sobre Ángel Vélaz:
‘La figuración del fundador del rubro no sólo debe mencionarse en el renglón a qué estamos refiriéndonos, sino igualmente a otros relacionados de cerca con la prosperidad del país. Es estanciero y cabañero de nota, iniciador, creador y representante de la ; Societé des Prets Hypothecaires en Argentine; desde la fundación forma parte del Directorio de la importante fábrica de bolsas ‘Salinas Hnos. Ltda.’, y es presidente de la antigua y prestigiosa Compañía de Seguros ‘La Económica Comercial’.6
Vélaz siguió creciendo y apostando a la producción ganadera. Cerca de
la localidad de Navarro, provincia de Buenos Aires, adquirió 5.000
hectáreas de tierra y fundó la Estancia ‘El Placer’, cercana a la
Estación ‘La Mariana’. Fue un enorme complejo productivo que contaba con
13 molinos para extracción de agua, tanques australianos y bebederos, y
43 potreros. A esto hay que agregar los espacios cubiertos para
albergue de los animales cuando el clima se presentaba riguroso.
Aquí introdujo al país la raza equina ‘Boulannais’, desarrolló la
reproducción de la misma, y obtuvo numerosos premios en diferentes
rubros y exposiciones rurales llevadas a cabo en las ciudades de Buenos
Aires, Rosario y Santa Fe.
Además se dedicó a la reproducción del ovino ‘Lincoln’ y porcino ‘Middle White Yorkshire’ cuyos ejemplares criados en sus estancias fueron premiados en distintas muestras.7
Fue uno de los propietarios de la estancia ‘La Leña’, ubicada cerca
de Catriló, en el partido Carlos Pellegrini de la provincia de Buenos
Aires. Poseía allí 2.500 hectáreas dedicadas al cultivo de alfalfa, y
cría de ganado vacuno, lanar y yeguarizos, que totalizaban cerca de 7.000 cabezas.8
Para finales de la década de 1920, extendió su producción al Sur, al
Territorio Nacional de La Pampa, donde explotó tierras cercanas a las
estaciones ferroviarias de Arata y Caleufú. El éxito logrado por Ángel
Vélaz le valió gran reconocimiento. Fue miembro vitalicio de la Sociedad
Rural Argentina, Miembro Honorario de la Bolsa de Cereales, Miembro de
la Bolsa de Comercio de Cereales de Buenos Aires y del Mercado de
Cereales a Término. Por su trayectoria, el gobierno francés le otorgó la distinción ‘Cruz de Caballero del Mérito Agrícola’.9
Ángel Vélaz en Mendoza. Villavicencio
Villavicencio se sitúa en el extremo norte del Departamento Las Heras
de la Provincia de Mendoza, en la región de Cuyo y en la zona de la
cordillera de Los Andes. Dista 50 kilómetros de la capital provincial, y
poco más de 1.200 al oeste de la ciudad de Buenos Aires.
Ya en los albores de la independencia argentina se conocían las
propiedades medicinales de las aguas termales de la región. Un viajero
inglés, Samuel Haig, en un libro que editó en Londres en 1817, menciona
que ‘Villavicencio se halla en un profundo desfiladero. Dos o tres
familias viven solamente allí, pero en el verano acude gente de Mendoza a
los baños medicinales. También cita el lugar John Miers en su libro ‘Traveé in Chile and La Plata’ de 1826: ‘Las
aguas de estas fuentes no tienen sabor ni olor peculiares, pero surge
del fondo de algún pozo una considerable porción de gas que le da la
apariencia de estar en ebullición. Otra mención es la del capitán
F.B. Head en su libro ‘Rough notes Taking During some Rapid Journeys
across The Pampas and among The Andes’ de 1826, donde sostiene: ‘...me
metí en el baño superior y encontré el agua muy caliente y agradable, y
sin preocuparme de su análisis bebí un poco en el manantial y sintiendo
que había hecho un buen ensayo, salí para regresar’. Incluso el célebre Charles Darwin, en su libro ‘Mi viaje alrededor del mundo’ de 1835, dice: ‘Todos los viajeros que han atravesado Los Andes han hablado de esta choza aislada que lleva el imponente nombre de Villavicencio. Pasé dos días en este punto’.10
Las aguas de Villavicencio surgen a 1850 metros sobre el nivel del
mar. Además de ser utilizada para baños termales, se la ingería por ‘sus
propiedades curativas’. Se promocionaba el lugar, afirmando que ‘por ingestión, obra sobre el estómago, hígado, intestino, riñones y nutrición general... y en baños es indicada para la gota, reumatismo, eczemas, y por su acción sedante para la neurastenia y nerviosismo’.11
En 1902 se hacieron cargo de la explotación de los baños termales,
los empresarios franceses Pouget, Savoy y Tonon, quienes construyeron
los primeros albergues que reemplazaron a unas precarias chozas
existentes. Un año más tarde, el médico mendocino Lucio Funes y el
farmacéutico Enrique Suárez compraron las tierras y derechos sobre el
lugar, y asociados a los franceses mencionados, crearon ‘La Unión
Villavicencio S.A.’, con el objetivo de embotellar y comercializar el
agua. Se mantuvieron algunos años en el negocio a pesar de tener que
pasar por grandes dificultades.
En 1918, impedido de viajar a Europa por el desarrollo de la Iº
Guerra Mundial, y necesitando de baños termales, llegó al lugar el
empresario Ángel Vélaz a pasar unos días. Viendo las posibilidades de
negocio del agua natural de Villavicencio, decidió correr los riesgos
económicos de tratar de explotar una empresa en estado de quiebra.
Negoció con los propietarios de ‘Unión Villavicencio S.A.’, haciendo un
contrato de arriendo por diez años, y pagando por adelantado el monto
pautado, que sirvió para que la empresa pague las deudas contraídas. El capital inicial fue de 2.500.000 pesos.12
Se iniciaron inmediatamente las obras de renovación total del
albergue para turistas y fundó la sociedad ‘Termas Villavicencio’.
Los dos primeros años trabajó perdiendo dinero, y recién el tercero
equilibra las cuentas, para comenzar a tener ganancias al año siguiente.
En la ciudad de Mendoza creó una planta de embotellamiento de agua,
para comercializar la misma en toda la Argentina. Para hacer llegar el
líquido desde las termas a la fábrica, se construyó un acueducto con
cañerías de 4 pulgadas que la transportaba.
Hotel de Villavicencio, inaugurado en noviembre de 1940, y propiedad de Ángel Vélaz. En: Morales Guiñazú, Fernando. Villavicencio a través... Pág.137 .
El proceso y los elementos utilizados para llegar al producto final,
se realizaban en el mismo lugar: allí se fabricaba hielo que se vendía
en Mendoza, botellas para envasar el agua, y existía un aserradero para
confeccionar los cajones de madera en los cuales se transportaba el producto en ferrocarril hacia la ciudad de Buenos Aires, y desde allí a todo el país.13
Vélaz siempre iba por más, y corría los riesgos que ello implicaba.
Consideró que no eran suficientes los albergues existentes para el
aprovechamiento de las aguas termales, y se propuso construir un hotel
de gran categoría.
El establecimiento hotelero, tal como se encuentra hasta el día de
hoy —aunque no funciona como tal actualmente—, ubicado en una geografía
especial y hermosos paisajes de montaña, fue inaugurado el 25 de
noviembre de 1940.14
Posee las características constructivas de un caserío pirenaico,
contaba con 26 habitaciones de gran nivel de confort, salas de juego,
orquesta permanente y cocina especializada. También dispuso de línea
telefónica y vehículos para el transporte de los pasajeros desde la
ciudad de Mendoza hasta sus instalaciones, y se realizaban actividades
recreativas para los visitantes, como cabalgatas por la zona. Se
construyeron canchas de tenis, bochas y croquet, como también espacios
de juego para los niños.
El periódico Los Andes, comentaría años más tarde15:
El compendio de datos ya expone el gradual desarrollo de una actividad que al margen de su orientación económica, ha otorgado singular nombradía a Mendoza por la calidad y características de esas aguas que nacen en su suelo y son exportadas a las apartadas localidades del país y el extranjero.
Ángel Vélaz administró la empresa embotelladora y el hotel hasta su fallecimiento, acaecido en la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, el 2 de febrero de 195516.
A partir de entonces, sus sobrinos, únicos herederos, continuarán con
la empresa familiar hasta 1979, cuando la misma fue vendida.
1
Este trabajo fue presentado el I Congreso Internacional ‘La
contribución de la emigración vasca y navarra al desarrollo
socio-económico de América’.
2 Floria, Carlos y García Belsunce, Carlos. Historia de los argentinos. Avellaneda, Buenos Aires, Larousse, 1998.
3 Fundación Vasco Argentina ‘Juan de Garay’. Los vascos en Argentina. Familias y protagonismo. Buenos Aires, Lara Producciones Editoriales, 2000. Pág. 924.
4 Floria, Carlos y García Belsunce, Carlos. Historia de los ...Pág. 635-705.
5 Uriarte, José R. de. Ed. Los baskos en la Nación Argentina. 1816-1916. Buenos Aires, Uriarte, 1916. Pág. 472
6 Uriarte, José R. de. Ed. Los baskos en la Nación ... Pág. 472.
7 Uriarte, José R. de. Ed. Los baskos en la Nación ... Pág. 474.
8 Correa Falcón, Edelmiro y Klappenbach, Luis. La Patagonia Argentina. Estudio Gráfico y Documental del Territorio Nacional de Santa Cruz. Buenos Aires, Ed. G. Kraft, 1924. Pág. 179.
9 Morales Guiñazú, Fernando. Villavicencio a través de la historia. Peuser Lda. Buenos Aires, 1943. Pág. 137.
10 Guía Anuario de Mendoza. Itinerario del excursionista. Las termas de Villavicencio. Ed. La Libertad. Mendoza, 1936/37. Pág. 44.
11 Guía Anuario de Mendoza. Itinerario del excursionista... Pág. 44.
12 Morales Guiñazú, Fernando. Villavicencio a través ... Pág. 138.
13 Guía Anuario de Mendoza. Itinerario del excursionista... Pág. 45.
14 Diario Los Andes. Historia y leyenda preceden al hotel de Villavicencio en su 25° aniversario. Mendoza, 25 de noviembre de 1965. Pág. 4.
15 Diario Los Andes. Contribuyeron a extender el nombre de nuestra provincia sus aguas minerales. Mendoza, Número Especial 75° Aniversario. 1882-1957. 20 de octubre de 1957. Pág. 73.
16 Llama la atención un artículo publicado en el periódico MDZ On Line, titulado Auge, caída y misterio del Gran Hotel Villavicencio,
publicado el 31 de enero de 2010, en el cual sostiene, erróneamente,
que el fallecimiento de Ángel Vélaz se produjo en el mismo hotel en
1943.
Fuente: http://www.euskonews.com/0657zbk/kosmo65701es.html
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